Tu música aumentará y los tan importantes plays Spotify

No está mal, está escondida y yo sé dónde sacarla a pasear.

Tu canción no necesita un milagro, necesita movimiento, necesita colarse en playlists que no sabías que existían.

Aparecer en blogs donde la gente sí escucha.

Ser compartidos en grupos donde hay oídos de verdad y sobre todo, necesita un empujón con estrategia.

Empujones de esos que dan en el clavo.

Y eso, justo eso, es lo que te propongo hacer juntos.

UN MÚSICO QUE HIZO BAILAR A MILES DE PERSONAS EN LA DISCOTECA MÁS FAMOSA DE BERLÍN

Hace unos meses, trabajé con un artista que, como tú, pensaba que su problema era la suerte.
Tenía un temazo. De esos que te hacen cerrar los ojos y decir: “coño, esto tiene algo”.
Pero ahí estaba… con 267 reproducciones y 4 likes (uno de su prima).

¿El problema?
No era la canción.
Era que nadie la estaba viendo.

No había estrategia, ni movimiento, ni comunidad.
Solo esperanza.
Y la esperanza, sin acción, no sirve de nada.

Le ayudé a colocar su canción en playlists que no sabía que existían.
Apareció en un blog que jamás había leído, pero que le trajo 3.000 oyentes nuevos en una semana.
Le compartieron en un grupo privado de DJs de techno y, a la semana siguiente, lo estaban pinchando en Berlín.

No fue magia.
Fue trabajo.
Trabajo con cabeza.

Tu canción no necesita rezarle a Spotify.
Necesita que alguien mueva bien las fichas.
Que entre en los grupos, los blogs, las playlists, los foros, los oídos que valen.

No necesitas 1 millón de personas.
Solo necesitas las 200 adecuadas que digan:
«Esto hay que compartirlo».

Y eso, justo eso, es lo que te propongo hacer juntos.

¿Empezamos?

¿Qué hago por tu música para que no tengas que comprar reproducciones Spotify?

Saco tú música del rincón oscuro donde Spotify guarda a los que no saben moverse.

La colocamos en en playlists, foros, blogs, grupos privados, redes sociales, stories, TikTok y X (antes Twitter, ahora una locura de algoritmo, pero le pillé el truco).

Trabajo tu música como si fuera mía, pero con sinceridad, la trabaja alguien que sabe qué botones hay que tocar para hacerla sonar, no me dedico a compartir links.

Me dedico a crear movimiento.

LA HISTORIA DEL BARBERO QUE NADIE CONOCÍA

Mi peluquero abría su local cada mañana a las 8:00.
Tenía manos mágicas.

Cortes perfectos, fades brutales, afeitados con navaja que te dejaban como nuevo.
Pero había un problema…

Nadie entraba.
Ni un alma.
Tenía el talento, pero el local parecía un museo abandonado.

Hasta que le dije:
—Hermano, cortas bien, pero no cortas nada si nadie sabe que estás aquí.

Y lo enseñe a mover en TikTok, graba un vídeo afeitando con fuego (🔥), hace memes, monta una historia de un cliente que lloró porque se sintió guapo por primera vez en 10 años.
Lo mete en grupos de barberos, sube una reseña en Google con 5 estrellas y una foto sin filtro.
Un domingo lo invitan a un directo en Instagram con un influencer de moda callejera.

Boom.

Lunes siguiente: cola fuera.

Lo mismo pasa con tu música.
No es que no valga.
Es que estás esperando que el barrio te descubra sin ni siquiera poner un cartel en la ventana.

¿Qué tienes que aportar tú para aumentar oyentes mensuales Spotify?

Una canción que se defienda sola.

No te estoy pidiendo que inventes el próximo himno de la humanidad, te estoy pidiendo que me des una base sólida.

Si tu música tiene alma, yo le doy piernas.

Y si tiene piernas, te juro que corre, pero no te confundas:

No es solo la canción.

Es tu imagen.

Tu contenido.

Tu forma de comunicar.

La gente ya no escucha con los oídos.

Escucha con el corazón, el algoritmo y el scroll.

UN ARTISTA CON MUCHO POTENCIAL QUE NADIE CONOCÍA

Hace unos meses, un artista me escribió:
Bro, tengo buena música, pero nadie me escucha. ¿Qué estoy haciendo mal?
Tenía talento.

Una canción brutal.

Voz, letra, emoción.
Pero ahí estaba: 27 oyentes mensuales en Spotify.
Una portada bonita y un perfil que nadie visitaba.

¿El problema?
Nadie sabía que existía.

Le dije algo que ahora te repito a ti:
No estás perdido por tu música. Estás perdido por no saber moverte.

Le dimos estrategia a su contenido: publicaciones con gancho, clips que la gente guardaba, comentarios que generaban conversación.

No hizo falta comprar bots.
No hizo falta pagar 500€ por una “campaña mágica”.

Solo hizo falta moverse con cabeza.
Y trabajar como si su canción fuera una bala.
Y nosotros la pistola.

Tres semanas después, volvió a escribirme:
No es viral, pero la escuchan. Tengo mensajes de gente que no conozco. Se siente bien.

Y ahí está la clave.

Tu canción no necesita likes falsos.
No necesita un número inflado que no te compra ni una entrada.
Tu canción necesita ser descubierta por la gente correcta.

Y eso, justo eso, es lo que te propongo hacer juntos.

¿Qué pasa si no me haces caso? Puedes comprar cursos y obtener reproducciones en Spotify gratis

Seguirás subiendo tus canciones.
Seguirás peleando con el algoritmo.
Quizá te apuntes a algún curso más, bajes una guía gratuita y sigas esperando ese momento.

Todo eso también es avanzar.
Más lento.

Más incierto.
Pero avanzar, al fin y al cabo.

Ahora…

Si decides hacerme caso, hacer lo que ya funcionó, lo que otros artistas probaron antes que tú, lo que ya trajo resultados reales, entonces lo que nos espera es otro camino.

Uno con más personas escuchándote, con mensajes en tu bandeja de entrada diciendo “esto me llegó”.
Con gente compartiendo tu música sin que tú se lo pidas.
Con tu nombre apareciendo donde antes no existías.

Porque si tú subes, yo también subo.
Y si tú suenas, lo hacemos sonar.

Esto no va de reventar Spotify con bots.
Ni de aparentar.
Va de que te escuche la gente que tiene que escucharte, de que tu historia empiece a circular y que ya no la puedan frenar.

Así que hazlo simple.

Mándame tu mejor canción.
Deja que yo haga el resto.

Nos vemos en la cima.
O nos vemos trabajando.
Pero si trabajamos juntos, créeme: va a doler menos llegar.

Porque si tú subes, yo también subo.

Esto no va de reventar Spotify.

Va de que te escuchen los que te tienen que escuchar, va de que tu nombre empiece a rodar y que no lo puedan frenar.

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